sábado, 22 de febrero de 2014

Eitana, la esclava judía (Javier Arias Artacho)

Hasta hace unas semanas yo no conocía de nada a este autor (como a otros muchos, lamentablemente) pero, escuchando la radio el otro día, le encontré cuando le estaban entrevistando. Estaba presentando su nuevo libro El general maldito y me pareció una persona encantadora y muy interesante.

Esa fue mi perdición porque me dije: si el autor se así de majo, el libro tiene que estar bien.

Y me puse a buscar. Pero encontré primero este otro, Eitana, la esclava judía. Así que, utilizando el consabido método FIFO (first in, first out), como es el primero que encontré, es el primero que he leído.

Y he de decir que me ha gustado mucho. Vaya, en honor a la verdad, conmigo el autor juega sobre seguro. Me apasiona la Roma antigua, el ejército romano, la cultura, la ley, las costumbres... Y me encanta todo lo que tiene que ver con los judíos en general y con los de esa época en particular. Todo ello aderezado con que se trata de una mujer de carácter que lucha por sobrevivir en una sociedad hostil... ¡tachán!...¡éxito seguro!

Ha quedado claro que el libro me ha gustado. Es un análisis de la esclavitud, el valor, la fe... Y la esclavitud se presenta muchas veces de una manera muy cruda y muy dura. Cierto es que debería de ser así: ser esclavo debía de ser algo espantoso: "...también aprendió que se puede vivir estando muertos, y que la verdadera tiranía de aquella esclavitud no era la humillación en sí misma, sino vivir sin un hálito de esperanza". En otro momento, Eitana dice: "Era entonces cuando comprendía que la esclavitud podía ser mejor o peor, pero nunca dejaba de serlo".

No he contado aún que Eitana es capturada y hecha esclava cuando está llorando a los pies de la cruz en la que han crucificado a su padre en Betsaida. A partir de ahí sufre todo lo habido y por haber pero su fe en Yahvé le hace seguir adelante y luchar al máximo. Afortunadamente para ella, conoce a gente que le ayuda y que le permite seguir teniendo esperanza en la vida y en sobrevivir.

El personaje de Efren, el sirio, mano derecha del amo de Eitana es una auténtica maravilla. Tiene una historia espectacular, que no quiero contar aquí porque hay que leerlo pero que hace que el corazón se ponga siempre de su parte.

Otro personaje estupendo es Didico, el médico, que le inculca a Eitana la idea de que la libertad la lleva en su interior y no tiene nada que ver con su situación en la sociedad. Al final, es crucificado en la persecución de Nerón contra los cristianos, justo antes del incendio de Roma (el Incendio con mayúsculas, claro). Hay que ver qué fijación tenían los romanos con las crucifixiones, por favor... ¡Qué crueldad!

Las otras dos esclavas que están con Eitana son personajes también geniales, con una vida dura del principio al final. Una de ellas, antes de llegar a casa del juez, estuvo en un prostíbulo y... "acabó por amputarse su pasado, para que las punzadas de la memoria no la consumieran definitivamente de pena".

Hay un momento interesante en una de las reflexiones de Eitana: "Yahvé había sido demasiado severo con las descendientes de Eva. Desde hacía tiempo sabía que era inútil llorar, sabía que era estéril arrodillarse para pedir clemencia. Las mujeres debían ser como Rut, la moabita que había vencido el miedo y se había enfrentado a un país extranjero junto a su suegra Noemí. Con miedos, pero decidida, con la fuera y el valor que llevaba dentro como el rugido del león, como siempre había querido ser ella.". Por una parte, la historia de Rut es realmente interesante (y esto ha hecho que la vaya a leer, probablemente hoy mismo). Por otra parte, ayer estuvimos comentando que deberíamos hacer una reunión de nuestro grupo de Catecumenado que tratara, monográficamente, de las mujeres en la Biblia porque es cierto, como piensa Eitana, que parece que Dios era demasiado severo con las mujeres. Un tema realmente curioso y en el que sería muy interesante profundizar.

No me alargo más. Es un libro recomendable, muy recomendable. Es fácil de leer, interesante, se aprende mucho y tiene un final que, aunque no debería serlo, a mí me ha parecido predecible y me ha encantado.

Como casi siempre, quiero acabar con una reflexión, de Eitana también (que pensaba mucho, la pobre): "No hay vida sin sentido, ni sentido sin dar la vida".

jueves, 20 de febrero de 2014

La tregua (Mario Bendetti)

Siempre me ha gustado la literatura hispanoamericana, la verdad. Algunos autores me gustan más que otros pero en conjunto es un tipo de forma de escribir que me gusta, sí, bastante.

Mario Benedetti me gusta especialmente. La verdad es que, siempre que he leído algo suyo, ah sido por casualidad. Alguna vez he sacado algún libro de la biblioteca, mi exjefe (que era uruguayo como Benedetti) me dejó en su momento alguna otra cosa... Y siempre lo he leído muy cómodamente.

Y este libro no ha sido diferente en este sentido. Vamos a ver, Mario Benedetti no es un autor que te haga reír con sus libros, las cosas como son. Son historias muy reales, personajes de los que podemos encontrar por la calle o en el metro cada día y uno se puede sentir muy identificado con sus sentimientos y sensaciones. Pero suele tener un punto triste que en este libro aparece también. "Si alguna vez me suicido, será en domingo. Es el día más desalentador, el más insulso".

El libro es un diario de Martín Santomé, viudo, con 49 años, a punto de jubilarse. Cuenta día a día un año de su vida, deseando llegar a la jubilación. Tiene 3 hijos ya mayores. Con ellos, la relación es un poco difícil porque no tienen nunca nada que decirse. Es una vida más bien monótona que pasa por pasar, sin pena ni gloria. "Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raíz.... Me siento con una gran disponibilidad de energía y no sé en qué emplearla, no sé qué hacer con ella."

De repente, un día, en la empresa contratan a una chiquita, Avellaneda (Laura), de 24 y se enamoran. Desde ese momento, su vida toma un cariz completamente diferente. Incluso la visión a corto plazo de su jubilación es distinta. Es como si fuera un hombre nuevo.

Pero, Laura muere de gripe sin saber ni cómo ni por qué y la vida de Martín vuelve a su monotonía habitual: Dios solo le ha dado unos meses de tregua para vivir de verdad. "Al principio me resistí a creer que eso pudiera ser la felicidad. Me resistí con todas mis fuerzas, después me di por vencido y lo creí. Pero no era la felicidad, era solo una tregua."

Se siente dolor de verdad cuando se lee porque uno llega a sentir cariño por Martín. Él mismo se define como "Es como si me dividiera en dos entes dispares, contradictorios, independientes, uno que sabe de memoria su trabajo, que domina al máximo sus variantes y recovecos, que está seguro siempre de dónde pisa, y otro soñador y febril, frustradamente apasionado, un tipo triste que, sin embargo, tuvo, tiene y tendrá vocación de alegría, un distraído a quien no le importa por dónde corre la pluma ni qué cosas escribe la tinta azul que a los ocho meses quedará negra". Me ha impactado que sea alguien triste que tuvo, tiene y tendrá vocación de alegría...

Hay muchas cosas interesantes en el libro. Me resultan simpáticos los giros y la forma de hablar uruguaya, que siempre me ha resultado muy agradable.Y me ha hecho mucha gracia que lo que aquí llamaríamos "tener un rollo" allí lo llaman "un programa". Me parece simpatiquísimo.

Por otro lado, el libro se desarrolla de febrero de 1958 a febrero de 1959. Espero que esa sea la justificación de expresiones tan machistas como (hablando de los problemas de las mujeres): "durante los días del período menstrual y hasta en sus vísperas, si normalmente son despiertas, se vuelven un poco tontas; si normalmente son un poco tontas, se vuelven imbéciles del todo."

También es para enmarcar la frase que dice Martín que un gran jefe le dijo una vez: "El gran error de algunos hombres de comercio es tratar a sus empleados como si fueran humanos" ¡Ojito! Menos mal que queda clarísimo que a Martín le parece un horror....

Termino ya, que no me quiero alargar. Es un libro muy agradable para leerlo con tranquilidad y, a ser posible, cuando uno esté pasando un buen momento...

En serio, merece la pena.

martes, 11 de febrero de 2014

Los juegos del hambre (Suzanne Collins)

En realidad, este no es el tipo de libro que a mí me gusta pero, ya que no solo está teniendo muchísimo éxito como libro, sino que se ha llevado al cine y a mis hijos les ha encantado, decidí leerlo cuando se lo trajeron los Reyes a mi hijo mayor.

Lo primero que se me ocurre es que cuando uno lo empieza a leer se da cuenta de que está leyendo un guión de cine. Vamos a ver, hay libros que se escriben para leerlos y no hay manera de que se lleven al cine; otros se escriben para ser leídos pero llega alguien con una gran capacidad de síntesis y con una inmensa imaginación, y puede escribir un guión de cine. Y hay otros, como este, por ejemplo, que ya se están escribiendo para que venga alguien y compre los derechos de la película, porque hay muy poquito que hacer para adaptarlo, viene adaptado de serie.

Está bien, la verdad, está muy entretenido. Pero, vaya, tampoco es para tanto...

Lo que menos me gusta es la tan traída historia de "esto es lo que queda de lo que en tiempos fue Estados Unidos"... tras una guerra nuclear, una catástrofe natural, una guerra de cualquier tipo... Y los que ganan se dedican a ser condescendientes con los pobres perdedores, que son simples y tontos y hay que cuidarles pero sin darles nada más de lo imprescindible para que no se acostumbren... Y hay que recordarles que han perdido y que no valen para mucho.

Otra cosa que me llama la atención es el tema de los rituales.... No sé, me planteo si es que necesitamos vivir rodeados de ritos que nos marquen la vida y nos mantengan en el camino por el que tenemos que ir sin tener que pensar. Por otra parte, cuando lo comentaba el otro día con mi marido, me decía que quizá se trate más de que estos ritos sirven para hacernos ver que los ganadores están por encima de los vencidos... No lo sé muy bien, pero es cierto que es un tema muy recurrente el de los rituales.

Yo no tenía ni la más remota idea de qué iba la historia, ni sé qué pasa después en las dos partes siguientes. Pero, la verdad, el final es predecible, bastante predecible. Lo que no se me ocurre es qué van a incluir en los otros dos libros, la verdad. Supongo que partirán del hecho de que los dirigentes están un poco mosqueados porque los tributos del Distrito 12 se han "rebelado".

Me gustaría decir que es un poco agobiante pero creo que no llega a ser así. Es molesto en algunos momentos porque la situación de los personajes es muy desagradable y no dejamos de saber que están en lo que ahora llamaríamos un "reality show" y les están viendo por televisión las 24 horas del día. Quizá sea eso lo que a mí más me molesta: la gente les ve, apuesta, les manda regalos... Decía mi marido que parecen los gladiadores romanos luchando con los leones en el circo... y no le falta razón (aunque solo lo dijo por lo que yo le comenté porque el libro ni lo ha leído ni creo que lo lea...).

Voy terminando ya porque no me queda mucho más que decir. Es muy probable que a mi hijo sí le guste pero vamos... Está bien para pasar el rato. Se lee bien y muy rápido pero... a mí me ha dejado poca huella. Eso sí, cuando mi hijo se compre los otros dos volúmenes, seguro que me los leo.

El juego de Ripper (Isabel Allende)

Ya voy con un poco de retraso con las reseñas... ¡Qué mal gestiono el tiempo!

Este libro se lo regalé a mi marido con el pleno convencimiento de que lo leería yo primero... Y es que a mí me encanta Isabel Allende. Curiosamente, hace muy poco he oído muy malas críticas de toda su obra, diciendo que no es escritora y que no vale nada de lo que escribe (no sé muy bien qué valor tendría la crítica porque el crítico que lo decía no me resultaba conocido en absoluto). A mí me gusta muchísimo: me parece una buena escritora que maneja maravillosamente bien la psicología de los personajes, las palabras y las situaciones. Y juega estupendamente con las sensaciones del lector, pasando de la risa al llanto en función de la evolución de la historia.

Y esta novela me ha gustado mucho. Según cuenta la propia autora al final del libro, le propusieron escribir este libro a cuatro manos junto con su marido, Willie Gordon, que escribe novelas de misterio. Aparentemente, a las 24 horas se dieron cuenta de que si seguían con la novela, acabarían divorciándose y... se acabó el proyecto. Pero ella quiso seguir con la novela de misterio y terminarla sola.

Los personajes son encantadores, desde Amanda Martín, la adolescente protagonista que dirige un juego de rol y decide investigar los crímenes que se suceden en su entorno, hasta Indiana Jackson, su madre, el alma real de la novela que sirve de esqueleto y sobre la que se edifica toda la trama. Pasando, por supuesto, por Ryan Miller, el navy seal paciente de Indiana, Bob Martín, exmarido de Indiana y padre de Amanda y, por supuesto, Blake jackson, el abuelo sin quien la novela no tendría ningún sentido.

La verdad es que todos los pacientes de Indiana son muy especiales. Cada uno tiene sus problemas, que son más del alma que del cuerpo... Pero es que ella tiene una forma muy especial de curar: "Indiana empezaba por escuchar la historia del nuevo cliente y darle así la oportunidad de desahogarse, a veces es le bastaba: un oído atento obra prodigios. enseguida les imponía las mano, porque creía que la gente necesita ser tocada; había curado a enfermos de soledad,de pena o de arrepentimiento con simples masajes. Si el mal no es  mortal, decía, el cuerpo casi siempre se cura solo. Su papel consistía en darle tiempo al cuerpo y facilitar el proceso."

Sin embargo, su hija, que es una chavala muy especial, con una intuición increíble, no se fía mucho de alguno de los métodos de su madre: "La homeopatía equivale a disolver una aspirina en el océano pacífico y recetarle quince gotas al paciente."

Por otra parte, ella también tiene sus cositas para establecer sus criterios: "Catalogaba a la gente a través del olfato: Blake, su abuelo, olía a bondad, una mezcla de chaleco de lana y manzanilla; Bob, su padre, a reciedumbre: metal, tabaco y loción de afeitar; Bradley, a sensualidad, es decir, a sudor y cloro; Ryan Miller olía a confianza y lealtad, olor a perro, el mejor del mundo. Y, en cuanto a Indiana, su madre, olía a magia porque estaba impregnada de las fragancias de su oficio." Me ha gustado mucho porque para mí, el olfato es un sentido muy importante. Los olores me traen recuerdos bueno o malos, dependiendo, pero es uno de los sentidos que tienen para mi más importancia. Sé que a mi madre le pasa lo mismo, así que, seguro que esto es hereditario...

Genial la referencia que hace a 50 sombras de Grey. Ryan Miller mantiene en un momento dado una relación con una ejecutiva agresiva oriental que tiene tendencias masoquistas, cosa que él no entiende porque ha sufrido mucho en las guerras en las que ha participado y no comprende que se quiera sufrir gratuitamente. Entonces, la muchacha le deja el libro, con anotaciones, para que lo lea, a ver si pilla por dónde quiere ir ella. A él no le gusta mucho, la verdad y hace el siguiente comentario: "Se trataba de una novela con un título sobre el color beige, o tal vez era gris, no estaba seguro, muy popular entre las mujeres, con el argumento tradicional de las novelas románticas más una dosis de pornografía suave, sobre la relación sadomasoquista entre una virgen inocente de labios turgentes y un multimillonario guapo y mandón. Un resumen absolutamente genial.

Ya voy a terminar, pero tengo que decir que hay que prestar muchísima atención a Atila, el perro de Ryan, que es sordo pero ha sido muy bien entrenado para misiones especiales y es capaz de entender solo una mirada, un gesto o un apretón más o menos fuerte en su lomo. Es la fidelidad absoluta.

Acabo con el lema de Indina: "Un buen día, más otro buen día, igual a una buena vida".

domingo, 2 de febrero de 2014

El médico hereje (José Luis Corral)

¡Qué majetes son los Reyes Magos! Este es otro de los libros que me trajeron (por buena, por supuesto)

El éxito estaba asegurado: un libro sobre Miguel Servet escrito por José Luis Corral. "No hace falta decir nada más", parafraseando a Bernd Schuster.

Frivolizando un poco, lo primero que se me ocurre es que este libro tiene un problema: el final nos lo sabemos todos. Es lo que me pasa a mí con la peli Titanic. ¿Para qué la voy a ver si el barco se hunde?. Aquí pasa un poco lo mismo. Yo se lo decía el otro día a mi marido: "Te lo voy a destripar: le queman en la hoguera".

El libro está genial. Me ha gustado muchísimo. Aquí aparecen dos personajes que siempre han despertado en mí sentimientos intensos sin que les haya conocido en profundidad. Por un lado, Miguel Servet siempre me ha caído muy bien y Calvino siempre me ha caído mal y no sé por qué. Será por las imágenes que salían en los libros cuando lo estudiábamos (que no eran especialmente agradables), no lo sé...

Y leyendo este libro, no me ha cambiado radicalmente la percepción pero sí he podido abrir un poco la mente porque los dos tenían sus cosas buenas y sus cosas malas.

Miguel Servet: "En la mente de Miguel Servet cabía todo... Nada escapaba a su curiosidad y a su afán por alcanzar las más altas cotas de sabiduría". "No solía arrepentirse de sus decisiones pues su altanería era tanta que no creía equivocarse."

Juan Calvino: "La mayoría de los ginebrinos lo consideraba un hombre dotado de una profunda sensibilidad, de carácter compasivo y que daba muestras de caridad hacia quienes lo necesitaban. Era un trabajador incansable, que no cesaba de escribir cartas, preparar sermones y redactar epístolas y pastorales. Y siempre se mostraba dispuesto a ayudar al prójimo y a sacrificarse en beneficio de la comunidad. Vivía con suma modestia, era austero en la comida y en el vestido y no se le conocía vicio alguno" "Calvino era un iluminado absolutamente convencido de que estaba en posesión de la verdad, de toda la verdad, de la única verdad."

Es un libro muy interesante, que nos hace ver cómo funcionaba la Inquisición y las iglesias de la reforma. Al final, se da uno cuenta de que lo que el autor pone en boca de Servet es una gran verdad: "En eso, luteranos, calvinistas y católicos coinciden plenamente. Todos queman a mujeres acusadas de brujería y lo hacen porque anhelan que sea su forma de entender el cristianismo la única forma que se imponga". Lo cierto es que yo nunca he entendido eso de quemar a nadie en la hoguera: será cosa de la cultura del momento, será, sí, pero a mí... ¡no me cuadra ni entonces, ni ahora, ni nunca!

Me ha gustado un parrafito que quiero dejar aquí reflejado: "...a pesar de que el manual de inquisidores escrito dos siglos atrás por el fraile Nicolás Eimeric recomendaba que los que ejercieran ese puesto, además de tener más de cuarenta años cumplidos, debían ser honestos en su vida privada, prudentes n sus manifestaciones públicas, firmes en la defensa de la fe, virtuosos en su comportamiento y eruditos en el conocimiento de la doctrina católica, Ory creía que para medrar en su oficio era mucho mejor adular al poder secular y ponerse siempre al servicio del rey y del papa que imitar el ejemplo de Cristo." ¡Ahí queda eso!

También me ha gustado una de las leyes que regían en Ginebra: "El acusador debe permanecer encerrado con el acusado hasta que el tribunal admita la acusación y decida si está fundamentada. Esta es la manera en que la ciudad de Ginebra garantiza que las acusaciones que se presentan contra los ciudadanos tengan alguna base." Esto está fenomenal pero, claro, también es verdad que "quien hizo la ley, hizo la trampa" y al final ,se podría acusar sin ningún tipo de fundamento. Pero, vaya, el acusador se tenía que quedar un tiempecito en la cárcel...

Estamos situados en una época muy convulsa, es cierto. Y la religión, lamentablemente, siempre ha sido motivo de luchas entre los pueblos, por las razones que sean (que yo creo que eran más económicas o de poder que religiosas...). Pero lo de la llegada del fin del mundo es algo que tenia a todos muy preocupados. La cosa es que todos se sabían las palabras de Jesús: "En cuanto al día y a la hora, no los conoce nadie, ni los ángeles del cielo ni el Hijo; solo los conoce el Padre" (Mt 24,36), pero aun así, no hacían más que darle vueltas a cuándo se acabaría el mundo. Y Miguel Servet comenta en uno de sus juicios: "...en ese concilio de Nicea, que tuvo lugar en el año 325. Ese fin del mundo que anuncia el Apocalipsis está muy cerca. Tendrá lugar en el valle de Josafat, entre esta ciudad y el lago de fuego y azufre de Sodoma. Yo he hecho mis cálculos y he comprobado que el final de los tiempos acontecerá mil doscientos sesenta años después de ese concilio , en nuestro año 1585. Para ello utilicé el Libro de Daniel y e propio Apocalipsis de San Juan". Considerando que estaban en 1553, a más de uno debió de entrarle un poco de miedito. Porque, aunque consideraban que Servet era un hereje, a ninguno se le escapaba que era un hombre inteligente y que había estudiado mucho...

Interesante el concepto que tenía Calvino de cómo deberían ser las costumbres en Ginebra: "...se prohibirían otra vez las manifestaciones de lujo, las fiestas laicas y la mayoría de las expresiones artísticas... se prohibirías que los músicos itinerantes, agentes del demonio según Calvino, vagaran de fiesta en fiesta con sus violines, guitarras y trompetas, incitando al baile y despertando la lujuria..."; "...varias mujeres se lanzaban unas a otras una pelota y corrían para evitar ser golpeadas y eliminadas en un juego que llamaban el volante, el cual era especialmente odiado por Calvino porque decía que fomentaba la desinhibición natural de la mujer y la incitaba a la risa y a la banalidad.". Claro, de esto algo debe de quedar y por eso, cualquiera que haya estado en Ginebra se puede haber dado cuenta de que es una de las ciudades más aburridas del mundo (aunque yo solo he estado por razones de trabajo, se huele en el ambiente).

Me está quedando un poco largo, la verdad, pero es que en este libro hay muchas cosas que merecían ser entresacadas. Como lo que dijo Sebastián Castellio, uno de los cabecillas de los libertinos, grupo de que oponía a Calvino en Ginebra y que querían lograr la salvación de Servet: "Matar a un hombre no es acabar con una doctrina, es matar a un hombre". Parece una perogrullada pero merece darle una pensadita en profundidad.

Y acabo ya, ahora sí, con una reflexión de Miguel Servet en relación con la libertad: "Pero Dios nos dio la vida y la luz, y lo hizo así para que fuéramos libres. Dios nos otorgó su luz, la luz del mundo, la que nos transfiere la energía vital. La luz lo es todo, y sin ella la vida sería imposible. Si renuncio a mi libertad, renuncio a la luz, y, por tanto, renuncio a la vida. Y si renuncio a la vida, renuncio a Dios."